Traducción libre y no profesional del artículo:
Samuel Wells Williams. (1851). Note on Japanese Syllabaries. Journal of the American Oriental Society, 2, pp. 55-60. Recuperado de http://www.jstor.com/stable/3217920
De la influencia que el lenguaje y la literatura de los Chinos han ejercido sobre las naciones circundantes durante el largo curso de los años, desde antes incluso que la era cristiana, podría decirse que no tiene igual en la historia del pensamiento humano. Vietnam, Corea, el Tibet, Manchuria, Ryuu-Kyuu [actual Okinawa] y Japón, todos ellos han estado más o menos influenciados por la filosofía china, a través de su lenguaje, el cual han estudiado con esmero y paciencia dignos de una mejor recompensa que la que les preoveen los escritos de Confucio y sus discípulos. Todas esas naciones tienen alfabetos propios, excepto por los [vietnamitas], pero ninguna de ellas tiene un sistema de escritura tan complicado como los japoneses y los [habitantes de Ryuu-Kyuu], quienes, en cuanto a su literatura, pueden ser considerados un solo grupo.
Para el tiempo del décimo sext -daiiri-, o monarca, llamado Ouuzin-tenwo, los japoneses no contaban con escritura alguna, pero durante el reinado de este príncipe, aproximadamente en el año 284 de la era cristiana, se comenzaron a emplear caracteres chinos. Este monarca mandó un enviado a la parte sur de Corea, para obtener hombres con estudios mediante los cuales la literatura y civilización de China podría ser introducida en sus dominios. El mensajero retornó con Wonin, un descendiente de Kau-tsu, el fundador de la Dinastía Han, que fue designado como instructor de dos príncipes, difundió entre la gente el conocimiento de los caracteres chinos, y explicó el significado de las obras clásicas [de literatura china]. Los caracteres chinos puros [sin agregados de kana] son empleados ahora [en 1851] principalmente en libros de estudio, pero también se utilizan en todo el país para escribir nombres de lugares, personas y otras cosas.
Sin embargo, como la construcción del lenguaje Japonés difiere materialmente de la del chino, el uso exclusivo de los caracteres escritos de este último, sin más, resultó afectado por varios inconvenientes, uno de los cuales era que la mayoría de los caracteres tenían varios significados, y en consecuencia se relacionaban con varios sinónimos del japonés coloquial. No fue sino hasta el comienzo del siglo 8 que se dio remedio a esta dificultad mediante la creación de un silabario, seleccionando caracteres chinos completos o partes de ellos como símbolos para todas las sílabas del lenguaje. Este silabario se le atribuye a Kibi, y debido a que es derivado de fragmentos de símbolos chinos, fue llamado "kata-kana" o "partes de caracteres". Se lo usa en diccionarios, para explicar el significado del chino, y en escrituras religiosas, y otros trabajos, al lado de los caracteres chinos, para indicar su pronunciación o significado, o bien entre ellos [(entre los caracteres chinos)] para marcar las formas gramaticales del idioma, que no pueden expresarse bien usando solamente los ideogramas chinos. Este I-RO-HA o silabario, se ha formado con el mismo principio que el inventado por Guess para escribir Cherokee, consiste en cuarenta y ocho símbolos distintos, que aumentan a setenta y tres sílabas mediante el uso de marcas diacríticas, que afectan el sonido de las consonantes. Una fuente para este silabario ha sido manufacturada recientemente en Nueva York, de la cual presentamos aquí una muestra, con la pronunciación de cada caracter.
Como en la mayoría de los lenguajes asiáticos, en el japonés no hay letras mayúsculas para designar los nombres propios y tampoco se usan signos de puntuación. Las mayúsculas a veces se denotan mediante la marcación de dos líneas junto a los caracteres o sílabas que indican el nombre de una persona o lugar. Quince de los cuarenta y ocho símbolos son caracteres chinos que todavía están en uso, los demás son partes de caracteres tomadas arbitrariamente para denotar sus sonidos respectivos.
Luego de la muerte de Kibi, Koübo inventó un segundo silabario, que podía ser usado para escribir japonés, sin tener que recurrir al chino, y lo llamó hira-gana, o escritura pareja. Como el primero, se deriva de caracteres chinos, pero en lugar de un símbolo para cada sílaba, hay dos, tres, o hasta cinco modos de escribir el mismo sonido, con lo cual pueden contarse hasta cien símbolos si no tenemos en cuenta sus versiones modificadas por marcas diacríticas. Una fuente para imprimir hiragana requeriría un número de tipos mayor aún, debido a la manera en que se unen estos símbolos cuando están escritos uno tras otro en la columna. La katakana es considerada por los autores japoneses como adecuada para los varones, y la hiragana para las mujeres, y podríamos considerarlas como las letras románicas e itálicas de nuestro alfabeto, aunque en nada se parecen los símbolos de un silabario a los del otro. La hiragana es usada para el intercambio epistolar, en libros de poca seriedad, y en todas las ocasiones comunes, y todos los estudiosos aprenden cómo escribirla elegante y rápidamente, parece no haber restricción en cuanto a cuál de los símbolos que representan a un sonido debe ser empleado, el escribiente elige el que se une más fácilmente al anterior símbolo que haya escrito.
Un tercer silabario se inventó alrededor del año 1006 de la era cristiana, lo inventó un sacerdote budista llamado Ziaku-so, que había sido enviado en una misión a China desde Japón. Ziaku-so no entendía el chino hablado, pero como era capaz de escribirlo muy bien, se le encargó la tarea de organizar una lista de caracteres chinos con sus significados y sonidos en japonés. También creó 47 caracteres para sus paisanos, que se usan ahora sin restricciones junto a los caracteres hiragana, y no sería raro que alguna de las formas duplicadas de hiragana sea derivada de este tercer silabario.
Hay también otro silabario antiguo llamado Manyougana, debido a que una colección de poemas conocida como Manyoushu o "Miríada de hojas" se escribió con este sistema. Consiste en caracteres chinos completos, usados fonéticamente, y escritos en formas completas o abreviadas. Está mezclado con los dos silabarios precedentes en una manera bastante compleja, porque sin un conocimiento acabado de los significados que implica el autor, es muy difícil decidir si, en determinado caso, está usando los símbolos de manera fonética o bien por su significado. Quien escribe en japonés cuenta con la libertad de emplear caracteres chinos cuando su composición puede resultar más clara, eficaz o precisa, y el gusto popular favorece que se los use a menudo.
Otro silabario, hecho con otros caracteres chinos que no son los usados en el Manyou, y considerablemente reducido, es el Yamatokana o escritura japonesa. Se utiliza en combinación con la hiragana y con el silabario de Ziaku-so, entre los tres dan forma a la escritura habitual de la gente, y les dan la posibilidad de elegir de entre ciento cuarenta y siete símbolos para expresar cuarenta y siete sonidos. Para agregar aún más a la labor del lector, se intercalan aquí y allá otros caracteres chinos, algunas veces con, y otras veces sin sus significados o sonidos indicados al lado, y generamente escritos en la forma cursiva [por oposición a la forma de imprenta, que es más fácil de leer]; de modo que si consideramos el número de signos empleados en los cinco silabarios, y las variantes permitidas en Manyougana, todas las cuales no pueden ser mucho menos de trescientos símbolos, junto con el uso ilimitado de los caracteres chinos, podríamos conceder que los estudiosos japoneses han tenido éxito en convertir su lenguaje en uno de los más difíciles de leer de todo el mundo, si es que no es el más difícil de todos. Tan cercana y tan omnipresente es la conexión con el idioma chino, que antes de que un estudioso japonés pueda hacer algún progreso satisfactorio en su propia literatura [nacional] debe adquirir conocimiento de tres a cuatro mil caracteres chinos, discernir cómo los usan los autores de su propio país, y aprender los modos de combinarlos con sus propios símbolos silábicos, además de aprender a escribirlos a todos ellos. Gran parte de su tiempo, entonces, se consume en simplemente aprender a leer y escribir los numerosos símbolos contenidos en los silabarios, todos los cuales son caracteres chinos contraídos o recortados. Y cuando logra dominar estas habilidades, estará constantemente susceptible de ser detenido en su lectura por la aparición de términos chinos inusuales, que habrán sido puestos allí para mostrar lo mucho que sabía el autor, o para ilustrar lo que el autor quería significar, y para esos términos [nuestro lector] deberá recurrir a un diccionario. La causa de esta preferencia por el uso del chino parece ser la petulancia por parte de los autores japoneses, más que una pobreza o falta de precisión de su propio lenguaje. Es permisible, cuando un caracter chino es común, insertarlo en el texto sin aclarar su sonido o significado al lado, y si se da una explicación de los caracteres inusuales, luego se la omite cuando el mismo caracter vuelve a aparecer dentro de la misma sección [de texto]. Esta licencia incrementa la labor de descifrar una página, en tanto cuanto la opinión del autor sobre qué tan común es un caracter se aleje de los conocimientos de su lector, de modo que este último puede verse obligado a tomar una de dos opciones: o abre un diccionario, o cierra el libro.
El lenguaje japonés se escribe en columnas como el chino, manchuriano y coreano, y se lee de derecha a izquierda. Los libros se imprimen al modo chino, en bloques, y la habilidad que se muestra en el corte de las páginas en la tortuosa hiragana y otros silabarios, junto a las formas cursivas de los caracteres chinos, y la labor intelectual requerida para descifrarlos, en conjunto, son causa de una situación desconcertante de ingenio mal aplicado que bloquea las avenidas del conocimiento, y fuerza al estudiante a dedicar su tiempo en aprender los medios [de lectura] en lugar de hacer progresos en los fines del conocimiento. Los libros se imprimen en papel fabricado a partir de una especie de mora, que posee mucho mayor durabilidad que el papel de bambú de los chinos. Se los vende por pequeños precios, y hay una mayor difusión del conocimiento y del lenguaje escrito entre las masas que la que uno podría suponer, considerando la labor que implica adquirir [las habilidades de lectoescritura].
En expresiones como "una amplitud aproximadamente como ésta", o "niños de aproximadamente 10 años, y otras por el estilo, se puede utilizar indistintamente "kurai" o "gurai"
以前は、次のような使い分けが行われていた。
Hasta el momento, se ha seguido el siguiente patrón de uso:
3. 用言や助動詞には、普通は「ぐらい」が付くが、「くらい」が付くこともある。